En la Conmemoración 8M “Somos Todas”, organizada en conjunto con distintas unidades y programas, se realizaron diversas actividades e iniciativas comunitarias. Una de ellas fue el “Panel de Carga Mental”, a cargo del Plan de Apoyo Estudiantil, donde se invitaba a las trabajadoras de la UTEM a compartir de manera anónima sus percepciones respecto a las cargas mentales con las que llegaban a su lugar de trabajo.
Si bien el 8M puede parecer un tanto lejano ya en estas fechas, las reflexiones que emergen de ese día se mantienen muy presentes en este mes de los y las trabajadoras, donde nos recuerda la lucha histórica que se ha levantado por la dignidad y condiciones del trabajo remunerado. Y de manera más reciente, mediante los movimientos sociales y feministas, se ha visibilizado también las labores que se llevan a cabo puertas adentro, es decir, el trabajo doméstico y de cuidado, además de toda la carga mental que éste implica.
Es por este motivo que desde una alianza colaborativa entre el Plan de Apoyo Estudiantil y el Programa de Género y Equidad, junto con el apoyo en el diseño de piezas gráficas por parte del Proyecto InES Género, analizamos lo expresado por la comunidad en el Panel de Carga Mental, en miras de socializar sus hallazgos y reflexionar colectivamente sobre este concepto y sus posibles estrategias para equilibrar esta realidad.
¿Qué es la carga mental?
Por Carga Mental se entiende “todo el trabajo que implica la organización y administración del hogar y el cuidado de sus integrantes, el cual es permanente, muchas veces invisible y poco valorado y es realizado mayoritariamente por las mujeres. Planificar, gestionar y monitorear las tareas del hogar es trabajo, a lo que se suma, en la mayoría de los casos, el ejecutarlas diariamente” (ComunidadMujer).
Siguiendo con la definición anterior, podemos señalar que la carga mental de una mujer no sólo se relaciona con las tareas del hogar, sino que también la carga se traslada a los diferentes roles que se ejecutan, como por ejemplo en el espacio laboral, en donde se debe responder a las exigencias del trabajo y disponer los recursos mentales y físicos para su cumplimiento, duplicando los esfuerzos, al sumar la carga mental que se trae desde el hogar y de lo socialmente asignado a los roles de género.
Las diversas acciones que las mujeres despliegan a través de los múltiples roles que deben cumplir en la sociedad, van impactando negativamente en la salud mental de éstas, lo que conlleva a que no sólo su calidad de vida se vea mermada, sino que también su proyecto de vida individual corra el riesgo de ir quedando rezagado y desvalorizado, producto de la falta de redes de apoyo o la falta de problematización frente a la temática por parte de la comunidad en general.
Algunos datos estadísticos
Si nos vamos a la estadística a nivel nacional se puede identificar que las labores de cuidado son realizadas principalmente por mujeres, las cuales en su mayoría desarrollan doble labor por la misma o menor remuneración. Según cifras a nivel nacional entregadas por la “Encuesta de Uso del Tiempo» de 2015, la única que se ha realizado hasta ahora a nivel nacional, la carga global de trabajo diario para las personas ocupadas bajo jornada completa es de 11,04 horas para las mujeres y de 8,52 horas para los hombres. Si se proyecta una semana laboral de cinco días -y si se suman las labores de cuidados no remuneradas-, el tiempo de trabajo total podría alcanzar 55,5 horas para una mujer y 42,6 horas para un hombre. En otras palabras, una mujer empleada bajo jornada completa en Chile trabaja mucho más que la actual jornada legal y más que 48 horas, consideradas como una “jornada excesiva” por la OIT. Estas cifras vuelven a revelar las persistentes brechas de género en la distribución del tiempo y en las tareas de los hogares, trabajo esencial para el funcionamiento de la sociedad (ComunidadMujer).
Así mismo, ComunidadMujer en el marco de su campaña “Estar a cargo también es carga”, refuerza con algunos datos:
– Sólo 1 de cada 10 parejas (heterosexuales), que participan del mercado laboral, distribuye de manera equitativa las labores domésticas y de cuidado (ComunidadMujer, 2017)
– 53% de las mujeres que trabajan remunerada y no remuneradamente viven “pobreza de tiempo», versus un 36% de los hombres en dicha situación. Es decir, escasez de instancias para descansar o disfrutar del ocio por una carga excesiva de trabajo (Fundación Sol, 2021)
– En el 89% de los hogares donde al menos hay un hombre, las mujeres realizan solas el trabajo doméstico no remunerado (PNUD Chile, INE, Ministerio Desarrollo Social y Familia, 2021)
Las voces de la comunidad UTEM: ¿Qué cargas mentales están presentes en las trabajadoras?
Como comunidad universitaria no estamos lejos de esta realidad, lo cual fue posible de visibilizar en la Conmemoración del 8M realizada en la Casa Central, donde fue posible clasificar la Carga Mental en tres grandes categorías: familiar, social y laboral.
“Recordarle a la familia las tareas o no se hacen”, “dividirme para realizar x tareas”, “¿Quién me cuida a mi?”, son ideas que se repitieron, la Carga Mental Familiar es el principal peso de la mochila de las mujeres a nivel mundial, lo cual se vincula al rol que socialmente se ha establecido para quienes desempeñan su rol maternal y/o de cuidado.
Esta carga familiar se nutre de la Carga Mental Social, las expectativas que se deben cumplir ante un otro generalizado que demanda desde sus respectivos espacios, consolidando ideas como el “te ayudo a” u “olvidando tareas/actividades porque no se las recuerdan”, sumando mayor responsabilidad que principalmente les toca asumir a las mujeres. Asimismo, desde la construcción social del género, se presentan cargas asociadas a expectativas o mandatos sociales, que las funcionarias de la UTEM lo expresan de manera muy clara: “no ser suficientemente buena”, “cero errores”, estar delgada y cumplir con la belleza que se espera de mí”, entre otras.
En la vereda del frente, pero de la mano, la demanda del autocuidado abre camino como una necesidad de nuestra comunidad, como un espacio que permita fortalecer y visualizar otras herramientas que puedan colaborar a la balanza de los tiempos y equilibrio de la carga mental de manera corresponsable.
Aparejado a la Carga Mental Laboral que debe desarrollarse con el profesionalismo requerido, a lo cual se suma las cargas mentales ya referidas anteriormente. Las trabajadoras de la UTEM expresan “falta de tiempo para el desarrollo personal y profesional”, “estando en la oficina no se desconecta de los quehaceres de la casa o familia, siempre estamos pensando a futuro y el tiempo falta”, o bien “recordar a otros sus deberes, ya sea en la familia o en la pega”. La interseccionalidad en este sentido se hace patente y no es posible obviar. Somos seres integrales y desde esa mirada es que es relevante que reflexionemos en torno a estas temáticas, para construir desde la comunidad, espacios más amables, fraternos y de cuidado, que contribuyan al crecimiento de todos, todas y todes.
Avances en la UTEM
Desde nuestra Universidad, la Política Institucional de Género (PIG) aprobada en septiembre de 2022, apunta a esta temática desde la visualización de la Promoción de conciliación y corresponsabilidad efectiva, como un eje estratégico; la cual busca “establecer mecanismos formales de equidad de género en los ámbitos de conciliación de la vida personal, familiar, laboral y estudiantil, así como la corresponsabilidad con quienes ejercen tareas de cuidado y pertenezcan a cualquiera de sus estamentos” (PIG, 2022).
En función de ello, es primordial transmitir que ¡la implementación de la PIG es tarea colectiva! El diálogo permanente, la participación activa en diagnósticos y actividades, la definición de medidas afirmativas, el desarrollo de iniciativas de autocuidado y cuidado colectivo, nos permitirán seguir avanzando en los procesos de cambios culturales que se están gestando en nuestra Comunidad UTEM.
Como comunidad nos hacemos parte de los cambios
Para ir avanzando en la reflexión, compartimos algunas recomendaciones, basadas del análisis colaborativo de las unidades participantes, así como lo sugerido por Comunidad Mujer:
- Visibilizar y reconocer quién soporta la mayor carga mental y los roles de género presentes en el hogar y/o trabajo.
- Identificar qué tareas les son más cómodas o más eficientes de realizar.
- Ir a la acción. Quien tiene la menor carga, debe asumir el compromiso de ponerse al día.
- Delegar. Confiar en que la otra persona hará bien sus labores.
- Ser flexibles, estar disponibles a negociar y hacer ajustes si la distribución no funciona.
- Comunicar asertivamente las labores del hogar y/o trabajo, cómo hacerlo y cómo nos vamos sintiendo.
- Generar espacios de autocuidado, que incluyan el relajo, ocio o distracción.
- Fomentar las redes de apoyo, para quienes ejercen roles de cuidado.
Finalmente, la invitación es a que reflexionemos y nos involucremos en estas temáticas que nos acompañan cotidianamente en nuestros espacios de trabajo y de estudio, así como a nivel personal y familiar; y que por ende, no debe de sernos indiferente.
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